Discursos en Movimiento

Bitácora

Fluir para viajar, viajar para fluir

Tanto mar para nuestros remos

Llegamos a Angelmó un domingo, poco antes de las cuatro de la tarde y la lancha Patagonia ya estaba en el muelle. Antes de embarcarnos, cargamos varios sacos de trigo que enviaba Sofía a su familia. Sofía es una amiga del sur. Es hija de Marlene Neumann, directora de la Escuela Unificada de Isla Huar y nosotros viajábamos hacia la isla.

Ya adentro de la cabina de los pasajeros, me recosté en los colchones y salvavidas que estaban amontonados en la proa de la embarcación. Allí se escuchaba el fluir de las aguas y en cada golpe de ola crujían los maderos, como si el mar estuviese jugando con la embarcación, queriendo verla por dentro. Como si el Seno Reloncaví estuviese abriendo el fuelle de un acordeón marino.

Después de dos horas de viaje llegamos a Huar. Dicen que la isla se llama así en homenaje a un indígena chono llamado Huercán. Esa versión indígena colisiona con un relato exagerado que cuenta que la isla entera fue regalada por una misión católica que nombró al sector San Felipe de Huar, en homenaje a un cura misionero. No es descabellado leer la isla desde lo religioso, sobre todo porque hasta el día de hoy es una isla que posee cinco iglesias funcionando para sus cerca de mil quinientos habitantes. 

Cuando llegamos, en el embarcadero apareció una camioneta antigua y enorme de color rojo que esperaba el cargamento de sacos de trigo para las gallinas. También nos esperaba la señora Angélica que nos llevó a su bondadoso hospedaje.

Viajamos con la bailarina Paulina Aburto  que presentó Mi propia fiesta; una obra que da cuenta de su propia historia por las danzas folclóricas del norte y del sur bajo el lenguaje de la danza contemporánea. El público estuvo compuesto por la totalidad del alumnado, además de los profesores y profesoras de la escuela. También tuvimos tiempo de hacer una clase de literatura para releer un relato maravilloso escrito por el músico Javier Aravena  en nuestro libro Poesía a Cielo Abierto: travesías literarias isleñas. Editado por Provincianos editores. Finalizamos con una exposición del propio ilustrador del libro; Francolibrí. Sobre la mesa aparecieron tintas, gubias y rodillos quizás por primera vez.

En la pandemia, con el editor Andrés Urzúa de la Sotta, Carolina Contreras y Franco Sancho Garrido , realizamos ese libro infantil antológico. Fue escrito por poetas, narradores y músicos. El capitán Helmuth se encargó de distribuirlo por algunas de las escuelas del Seno Reloncaví; en los mismos establecimientos educativos que habíamos visitado en las travesías literarias de Cielo Abierto en años anteriores. Ser original es volver al origen, dice el poeta Nelson Navarro.

Carolina y Julia amarraron toda la producción de esta vuelta al mar.  Volvimos a este lugar que resguarda y cobija a cientos y cintos de cisnes de cuello negro y enormes bandadas de  cormoranes. Carolina y Julia Johanna Björkström  hicieron la técnica y el sonido, y fueron la miel de todos los mates. Ellas son las nuevas exploradoras de nuestra cartografía del maritorio.

 De vuelta en Calbuco almorzamos sopa de mariscos mientras sonaba una radio de otro tiempo. Como si una señal perdida de los años 90 hubiese entrado de golpe a un presente ajeno. Es que en el mar se pliegan los tiempos.

Puerto Montt desde la isla Huar se ve pequeñísimo. Como un dibujo futurista que brota entremedio de eternos volcanes y cerros magnéticos. Mucho más grande se expande el Seno Reloncaví; sobre sus aguas surcan las barcazas y las historias que cruzan de un lado para el otro sobre el lomo de las más furiosas y tiernas corrientes marinas.

Oscar Petrel

Pelluco

Marzo del 2023

Tanto mar para nuestros remos: Isla Tenglo

Tanto mar para nuestros remos: Isla Tenglo

Hay familias que viven en Chinquihue que prefieren que sus hijas e hijos crucen en bote a Isla Tenglo para cursar la enseñanza básica. Y en ese mismo bote, que llevaba a una estudiante de sexto básico bien abrigadita, cruzamos con Discursos en movimiento para llegar a la Escuela Isla Tenglo del sector La Capilla. La escuela tiene cerca de cincuenta estudiantes y es preciosa. Años atrás pensamos con Carolina Contreras en matricular a nuestro hijo Gaspar allá. No lo hicimos tan solo por la lejanía y porque no tenemos bote. Es que me hace más sentido la educación rural y su intimidad en comparación a la saturación y estridencia de los liceos y colegios de la ciudad. La pedagogía rural bien puede ser una forma de resistencia a la crisis del sistema educativo.

Tanto mar para nuestros remos: Puerto Montt

Tanto mar para nuestros remos: Puerto Montt

Un intercambio de puerto a puerto.

Nos visita desde Valparaíso la artista escénica Keny Huerta. Y, de alguna manera, nos propone dos viajes inmersivos, dos navegaciones hacia adentro. El primero, un seminario de danza contemporánea; el segundo, una función/intervención de danza con el mar y la ciudad como escenarios.

Estas navegaciones íntimas implican un diálogo con nuestras corporalidades, con nuestras emociones, con nuestra capacidad de asombro, con nuestras frustraciones y nuestras potencias. Sin duda son un viaje. Un traslado.

En la función de la obra Movimiento Involuntario, Keny pone en jaque el ejercicio de la interpretación y de la puesta en escena, para desplegar honestamente y sin juicios, un cuerpo que danza, que se expone, que asume riesgos y domina sus impulsos.

Gracias compañera por compartir tus experiencias y por invitarnos a viajar.

Aún no sabemos a dónde vamos a llegar.