Discursos en Movimiento

Tanto mar para nuestros remos

Fluir para viajar, viajar para fluir

Tanto mar para nuestros remos: Isla Tenglo

Hay familias que viven en Chinquihue que prefieren que sus hijas e hijos cursen la
enseñanza básica en Isla Tenglo. En términos prácticos esto significa navegar todos los
días. Optar por cruzar en bote y dejar de andar largos recorridos en micro. Mirar hacia el
mar, y no hacia la calle. Y en uno de esos botes, que llevaba a una estudiante de sexto
básico, también cruzamos nosotros: la gente de Discursos en Movimiento. Fuimos al
Colegio Isla Tenglo del sector La Capilla. El colegio tiene cerca de cincuenta estudiantes y
es un lugar precioso. Años atrás pensamos con Carolina en matricular a nuestro hijo Gaspar
allá. No lo hicimos porque nos queda muy lejos de Pelluco y porque no tenemos bote. A
nosotros nos hace más sentido la educación rural y su intimidad en comparación a la
saturación, estridencia y planes de los liceos y colegios de la ciudad. Es que la pedagogía
rural bien puede ser una forma de resistencia a la crisis del sistema educativo, desde el
mismo sistema educativo.

Con Discursos en Movimiento y Poesía a Cielo Abierto: Travesías Literarias
Isleñas, organizamos la presentación de la obra Círculo en un colegio insular: una obra de
danza y teatro hecha especialmente para las primeras infancias. El Colegio Isla Tenglo nos
abrió sus puertas y nos dejó quebrar su cotidianidad. Hay veces que me lo pregunto: ¿Qué
tan necesario es nuestro quiebre, nuestra forma? este ímpetu de llevar escritores, músicos y
artistas a la ruralidad. Lo escribo porque no se puede generalizar la realidad escolar insular
bajo un “aquí nunca pasa nada”. En el sur también hay estereotipos pesados funcionando a
la hora de imaginar el mar y a quienes lo habitan. Muchas veces se cree que en la ruralidad
no pasa absolutamente nada cuando en realidad está todo pasando. Pienso en las escuelas
de Isla Maillen e Isla Huar, por ejemplo. Con profesoras y profesores, con alumnas y
alumnos que ya quisieran tener los grandes establecimientos educativos del país. Recuerdo
a Daniel Hernández, el maestro cuentero colombiano, que en uno de nuestras travesías
comentaba, a propósito de la comparación Isla / ciudad, que en las islas pareciera que
todavía hay una posibilidad para la utopía, porque estos niños y niñas saben escuchar.

Lograr cuadrar estos viajes, por cercanos que parecieran, es complicado. Hemos
fracasado en dos intentos de navegación, con músicos y parafernalias, por cierre de puertos
y suspensión de clases por temporal. Quizás eso necesitábamos: pararle el ritmo a la
planificación y aceptar la incertidumbre. Estar atento a los vientos desesperados que de
pronto se arremolinan en el Seno Reloncaví. Cacharle el mote a las naturalezas humanas.
Creer que uno es, como decía Rimbaud, un aprendiz de vidente. Creer que la misión del
arte es, como decía Chavela Vargas, sostener un mundo que se cae a pedazos. Esa es la
mayor dificultad y también una posibilidad para seguir aprendiendo. Aprender a ver y
aprender a no tostarse, porque la mayoría de lo que nos ocurre en este proyecto itinerante,
ni siquiera depende de nosotros.
Pero cuando ocurre, qué felicidad que es.

Pelluco
Fines de mayo del 2021

Tanto mar para nuestros remos: Puerto Montt

Tanto mar para nuestros remos: Puerto Montt

Un intercambio de puerto a puerto.

Nos visita desde Valparaíso la artista escénica Keny Huerta. Y, de alguna manera, nos propone dos viajes inmersivos, dos navegaciones hacia adentro. El primero, un seminario de danza contemporánea; el segundo, una función/intervención de danza con el mar y la ciudad como escenarios.

Estas navegaciones íntimas implican un diálogo con nuestras corporalidades, con nuestras emociones, con nuestra capacidad de asombro, con nuestras frustraciones y nuestras potencias. Sin duda son un viaje. Un traslado.

En la función de la obra Movimiento Involuntario, Keny pone en jaque el ejercicio de la interpretación y de la puesta en escena, para desplegar honestamente y sin juicios, un cuerpo que danza, que se expone, que asume riesgos y domina sus impulsos.

Gracias compañera por compartir tus experiencias y por invitarnos a viajar.

Aún no sabemos a dónde vamos a llegar.

Tanto mar para nuestros remos: Isla Huar

Tanto mar para nuestros remos: Isla Huar

Llegamos a Angelmó un domingo, poco antes de las cuatro de la tarde y la lancha Patagonia ya estaba en el muelle. Antes de embarcarnos, cargamos varios sacos de trigo que enviaba Sofía a su familia. Sofía es una amiga del sur. Es hija de Marlene Neumann, directora de la Escuela Unificada de Isla Huar y nosotros viajábamos hacia la isla.